12 junio, 2017
en
Bodas
By
Raquel Canseco

“Érase una vez un oso y una princesa”… Así empezaba el “Un cuento para un día”, el relato que la abuela materna de Paula, que ha dedicado parte de su vida a escribir cuentos infantiles y poesía, escribió para Roberto y su nieta, y que cuenta una historia de amor nacida y forjada en mi tierra, León.
Muchas diréis, ahora que llega el verano, ¿compartes una boda de invierno? ¡Sí! Para mí tiene todo el sentido, ya que las novias que se casan en las próximas semanas ya tienen claro cómo será su boda y es el mejor momento para que las que tienen aún varios meses por delante, puedan planificar todos los detalles.


Además, poder compartir la Boda de Roberto y Paula me hace especial ilusión, al ser una boda tan de mi tierra. Ambos, paisanos míos (de hecho Roberto y yo compartimos pasillos en el COU Intercolegial hace ya unos años), se conocieron hace doce años a través de amigos comunes y tras un tiempo de amistad, comenzaron a salir.
Siempre tuvieron claro que se casarían en Diciembre, en una fecha cercana a Navidad, una época muy especial para los dos. Se casaron en la Iglesia de Santa María del Camino, más conocida en León como la Iglesia del Mercado, en pleno casco antiguo y en uno de los enclaves con más encanto de la ciudad, la Plaza del Grano.






La novia se peinó y maquilló con su madre y sus mejores amigas en Fernando Arias, escogiendo un clásico recogido bajo adornado con un lazo blanco de terciopelo (igual al que llevaban en negro las niñas del cortejo) y tonos uva en labios y manicura que aportaban un toque invernal.
Paula posee una preciosa boutique multimarca en la capital cuya gestión compatibiliza con el diseño y la confección a medida de prendas para su marca Pôlet by Paula Jolan, que aunque no era de por sí una marca de novias, empezó por atender la petición de una amiga cercana, después otra, después otra… Y casi sin darse cuenta, se encontró diseñando su propio vestido.






De inspiración victoriana con cuello subido en forma de gola y toques aniñados que lo hacían parecer de cuento, combinaba guipur y tul de seda. Tenía doble manga (la primera pegada al brazo, la segunda abullonada) y falda de tul con aberturas laterales.
Botones, fajín y chaleco eran de terciopelo, uno de los tejidos favoritos de la novia. Completaba el conjunto una prenda que la novia siempre había soñado con llevar: una capa con capucha de paño color marfil, con aplicaciones y detalles en piel.
Como complementos, los zapatos Tango de Valentino, unos pendientes isabelinos de una de las tatarabuelas de la novia y por supuesto su anillo de pedida. Del ramo, en tonos pastel, se encargó Yolanda de Aqua floristas.




Roberto, que llegó al altar del brazo de su hermana pequeña, que es aemás una de las mejores amigas de la novia, escogió un chaqué gris a medida con estampado Príncipie de Gales con una corbata de estampado cashmere multicolor. Llevaba, como el resto de familiares directos de ambos (padres, hermanos y cuñados), un alfiler navideño en la solapa de la levita.
Y no puedo dejar de citar las palabras que la novia me escribió al contármelo: “Era el hombre más guapo sobre la faz de tierra la tierra. Al menos para mí”.
Los trajes de las niñas también fueron un diseño de la novia. Toda la estética de la boda era muy de cuento así que las niñas llevaron vestidos con enaguas, puntillas y cuadros vichy en blanco y negro, capitas rojas, cestitas de mimbre y zapatitos de tacón (¿Os recuerdan a una caperucita muy especial que también habéis visto aquí? Paula y yo no podíamos dejar de reírnos porque el shooting fue justo una semana antes de su boda… ¡nos imaginamos a caperucita de la misma forma!).

Paula y las niñas del cortejo hicieron el paseo hasta al altar al son de “Somewhere over the rainbow” (¡cómo no voy a estar enamorada de esta boda siendo tan leonesa y con tantos guiños a dos de mis cuentos favoritos, Caperucita Roja y El Mago de Oz!).
Casi toda la música de la ceremonia la seleccionó Roberto, que es músico (os dejo aquí un enlace a su disco y a su videoclip por si queréis escucharlos). Todos los temas tenían un significado especial y fueron interpretados por AEventum, amigos de los novios.
La decoración de la iglesia y los salones del Hotel Conde Luna corrieron a cargo de Clara Arias, la mejor amiga de la novia. La complicidad y el cariño que les unen dieron como resultado la maravillosa ambientación que veis en este post, donde en una atmósfera de cuento de navidad, convivían motivos navideños, cuadros escoceses, guiños a clásicos infantiles, vitrinas llenas de juguetes de antiguos de gran valor sentimental que forman parte de la colección de la familia de la novia, deliciosos dulces y un teatro infantil antiguo a modo de escenario realizados por Nonia Villa…







La tarta nupcial… ¡tenía truco! Era en realidad una piñata de la que cayeron confeti y los gorros y diademas navideñas que luego la gente utilizó en el baile. La piñata la hizo Noemi de Más que Piñatas.

Me parece una historia tan especial… ¡que seáis muy muy felices!. Nos vemos muy pronto en la tierrina.
¡Por cierto! todas las fotos son de mi querida Mary Wilson.




